domingo, 10 de julio de 2011

Evaluación pública frente a estudios "fools"

1. Tomemos aquí el término inglés en su significado de idiota o engañoso, tanto monta. Apliquemos la idiotez a los destinatarios de los resultados de los estudios, es decir, a lo que deben pensar sus autores sobre los destinatarios. Apliquemos el blando término de engañoso a cómo se elaboran los estudios y, por tanto, a sus conclusiones.

2. La consultora de formación ADECCO-TRAINING ha publicado (060711) un informe titulado Estudio sobre las tendencias de formación para el empleo, en el cual se concluye, entre otras que “el Sistema de Formación para el Empleo cuenta con un gran reconocimiento entre las patronales empresariales. Es considerado por un 73% de las mismas como un medio de aportar valor a las empresas asociadas y por un 42% como un elemento determinante en el desarrollo de los profesionales del sector”. Sin embargo, según dicen los autores, “los resultados del estudio desvelan la necesidad de un nuevo modelo de formación para el empleo que relativice la visión administrativa y favorezca enfoques novedosos más eficaces para fortalecer las capacidades competitivas de las empresas y sus profesionales”.

3. Cuando he preguntado telefónicamente al servicio de estudios de dicha consultora sobre las características de la muestra utilizada para llevar a cabo las entrevistas o encuestas realizadas a las patronales empresariales, he sido informado de que la muestra “se toma de nuestras propias bases de datos, de las empresas con las que trabajamos”. ¿Y el universo de la muestra? Misma respuesta. Así, pues, la transparencia y fiabilidad del estudio brilla por su ausencia.

Con dichos mimbres, los llamados medios de comunicación han difundido los resultados del estudio y han cargado una vez más sobre el, según ellos, inadecuado (utilizo una palabra “suave” que no suele estar en el lenguaje de los medios) sistema de formación para el empleo en España.

Cito y traduzco a un experto en materia de formación: “Es impresentable que aún haya un 27% de empresas que, saltándose lo que es políticamente correcto, no crean en la formación. Si a este 27% añadimos el porcentaje que han respondido que creen en la formación, porque no se puede decir otra cosa, tendremos una primera aproximación a uno de los núcleos del problema de la formación-cualificación en el país” (Paco Miranda, en correspondencia privada después de la lectura de las conclusiones del estudio de marras).

4. Quizá si las instituciones públicas, responsables últimas de los recursos que se destinan a la formación para el empleo, cumpliesen sus obligaciones de seguimiento, control y evaluación, podríamos llegar a las mismas conclusiones o a otras muy distintas.

5. El primer objetivo de toda evaluación pública es que busca producir información útil a las administraciones y clara y transparente para los administrados. Útil para mejorar los procesos de decisión y planificación, para valorar el funcionamiento y la gestión de las actuaciones llevadas a cabo, para estimar la relación entre resultados y recursos invertidos, para retroalimentar las acciones, las intervenciones, los programas. Clara y transparente para que los administrados puedan valorar y apreciar los resultados alcanzados, a través de unos datos y un lenguaje fácilmente comprensible. Se trata, pues, de un rendimiento de cuentas de los administradores ante los administrados.

6. En conclusión, más evaluación pública de las políticas públicas y menos cantos de sirena de consultoras privadas, claramente interesadas en el beneficio privado de las conclusiones de sus pseudoevaluaciones.