Por fin, ¡he terminado la lectura de El Capital en el siglo XXI de Thomas
Piketty! Reconozco que, allá por los albores del año 2015, inicié su lectura con
avidez. Después, me ha costado pasarme tamaña “biblia”. Si alguien
no ha leído la obra aún, puede mantenerse en la ignorancia.
Vaya por delante que me parece un
ensayo lleno de defectos, aunque hay que alabar su “claridad”, tanta que se le
ve el plumero. El defecto principal es, quizá, que el ensayo está centrado
sobre el capital, pero que no habla de los capitalistas (desde el “modelo
Botín” a quien factura unos cuantos millones al año o a quien invierte sus
ahorros en instrumentos financieros); pone en cuestión la deuda pública –sobre
la base de una concepción hacendista del Estado social-, pero no se interesa
para nada por el débito privado; no valora el papel que desempeñan en la
economía las balanzas de pagos; hasta llega a un sorprendente autismo de las dinámicas
salariales... Podría continuar, pero bastan algunos botones.
Dos ejemplos muy concretos:
ü Tras marcarse una
diatriba contra los “ricos buitres capitalistas” que prestan dinero al Estado
con el fin de conseguir suculentos intereses, deja claro que si “la deuda
[pública] se vuelve insostenible” hay un riesgo real de que no pueda pagarse y,
“por lo tanto”, hay que recompensar a los “titulares” de la misma. ¿Los
titulares?, los bancos; los paganos, todos nosotros. Es decir, sobre la deuda
pública, Piketty expone un punto de vista idéntico al manifestado, en
diferentes ocasiones, por el Bundesbank y sus fieles seguidores. Vaya, Piketty un
campeón de la izquierda.
ü ¿Otra manera de
liquidar la deuda pública? “Incrementar la inflación”, dice Piketty. ¡Esto es
nuevo! ¿A qué bolsillos afecta más directamente la inflación? En fin, nuestro
campeón en pleno apogeo.
Una
vez leída la obra magna entiendo el porqué de las alabanzas del New York Times [http://www.nytimes.com/2014/04/20/business/international/taking-on-adam-smith-and-karl-marx.html?_r=0], que, hace dos años, describió a Piketty “como un economista de
izquierdas, pero moderno”, que habla de desigualdad y se enfrenta a las teorías
marxistas sin derivar hacia el anticapitalismo o contra la propiedad privada. Vaya, todo un radical-guru para los yanquis.
No sé, pero,
salvadas las distancias y las temáticas, la lectura de la biblia de Piketty me
ha recordado al hojeado que eché a la obra de otro afamado gurú local, guía de
nuestra izquierda en otro tiempo, José Antonio Marina, autor de el Libro blanco de la profesión docente y su entorno
escolar http://www.mecd.gob.es/mecd/dms/mecd/destacados/libro-blanco/libro-blanco-profesion-docente.pdf
(escrito también por Carmen Pellicer y Jesús Manso – a los que supongo verdaderos
amanuenses-). Se trata de obras pomposas, surgidas en el momento apropiado (la
de Piketty aprovechando los movimientos de los indignados y la de Marina sirviendo
los intereses de la derecha gobernante que habla de un posible pacto
educativo), cuyo contenido no va más allá de lo que prometen sus portadas,
destinadas a lucir bien en los expositores de las librerías.