sábado, 31 de marzo de 2012

Mariano tiene dos dioses y es marxista

Es un hombre creyente en el dios católico. A su iglesia no se le toca, es más se le obedece y sigue sus consignas. Para ello, encarga al beato Alberto que fulmine lo poco que quedaba de laico en este país. Es un hombre creyente en el dios mercado y a éste le ofrece trabajadores en el ara del sacrificio. Con esta finalidad, encarga a la improductiva Fátima (el nombre engendra el portentoso milagro: ser ministra de trabajo sin haber trabajado nunca) http://www.nuevatribuna.es/articulo/espana/2012-03-28/fatima-banez-la-ministra-de-trabajo-que-nunca-ha-trabajado/2012032818065400506.html, que liquide la negociación colectiva, abola la conciliación del trabajo con la vida personal y familiar, extinga la indemnización por despido… En resumen, que acabe la obra de convertir al trabajador en pura mercancía, dejándolo sin dignidad y sin derechos. Para poner el lazo a los presentes ofrecidos a los mercados, ha confiado al vicetiple Montoro y al torvo Guindos la elaboración de un presupuesto que combina “sacrificios con equidad”.

¿Escuchar a la ciudadanía y a los sindicatos? Para qué. ¿Rendir pleitesía a los grandes empresarios y a los banqueros? Es “deber de buen español”. Claro que, para cumplir con todo ello, ejerce además de paleto papanatas: piensa que todo lo que viene de Alemania es mejor.

Pero este buen español nos oculta algo: ha leído El Manifiesto y lo pone en práctica. Está encendiendo la mecha de la lucha de clases. Se ha aliado con la banca y con la gran empresa, es decir, la clase capitalista y los patronos. Es un marxista al revés. Invierte los términos: declara la lucha de la clase dominante global contra la clase trabajadora y la clase media. Aplasta, imponiendo sacrificios, a los más débiles al grito de “¡ricos y poderosos uníos!”. "Aquí hay un buen español dispuesto a ser vuestro brazo armado… por la gracia de dios" [como el otro]. Este es Mariano.

domingo, 25 de marzo de 2012

La normativa que regula la reforma laboral como buena práctica de ingeniería jurídica

De la misma manera que tenemos café sin cafeína o cerveza sin alcohol, ahora disponemos de una norma que está destinada a crear empleo pero que “no creará empleo” (Mariano y sus virreyes, dicen). La norma que reforma el mercado laboral utiliza una terminología falsa destinada a mistificar nuestra percepción y hacernos pensar lo que realmente no es, empezando por el mismo título dado que con ella no se reforma el mercado laboral.

El lenguaje jurídico es, generalmente, creativo dado que genera normas, actos administrativos, sentencias… Como todo lenguaje especializado, dispone de terminología propia, aunque con un cierto nivel de complejidad iniciática. No en balde se trataba, originariamente en el mundo romano, de un lenguaje sacerdotal: el pontífice máximo era sacerdote y jurista. Por otro lado, además de incorporar elementos creativos representa una cierta forma autoritaria de ejercicio del poder.

El real decreto ley que reforma el mercado laboral encarna, sobre todo, este último aspecto y, desde el punto de vista creativo es, ante todo, “un excelente ejercicio de ingeniería creativa jurídica” (profesor Pérez Amorós, catedrático de Derecho del Trabajo de la Universidad Autónoma de Barcelona-UAB), como la ingeniería creativa económica, fiscal, contable… Y, siguiendo con la proximidad a lo religioso, el profesor afirma que la repetida norma es “el Concilio de Trento” de las relaciones laborales, por su lenguaje excesivamente neoliberal y que nos retrotrae al siglo XIX. Se trata de una norma intervencionista, que no respeta los pactos sociales, que cambia el modelo de negociación colectiva reduciéndola a negociación individual.

La norma convierte a los empresarios en emprendedores, alarga los períodos de prueba hasta un año, manifiesta su carácter penalista frente a los trabajadores que son declarados malos por naturaleza, abusa del derecho comparado que amolda según los intereses del partido gobernante, retuerce y maltrata la negociación colectiva hasta el punto de provocar la ruptura del pacto social existente durante años.

En una conferencia impartida en el marco de las jornadas sobre “Crisis, empleo y cambio social en el Sur de Europa” (Institut d’Estudis del Treball de la UAB), el profesor Pérez Amorós ha tirado de proverbio para explicar la falsedad jurídica de la norma: “ha dicho media verdad, cuando diga la otra media, descubriremos que ha dicho dos mentiras”.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Mala tempora currunt. Diálogo frente a racismo y xenofobia

En los últimos años, la ola racista, antisemita, antimusulmana, xenófoba, va extendiéndose por Europa de Norte a Sur y de Sur a Norte. Desde Utoya y Oslo, a Florencia y Marsella, el esquema es siempre el mismo: un asesino, aparentemente solitario, relacionado con un grupo neonazi, abre fuego indiscriminadamente contra seres indefensos por el mero hecho de ser árabes, negros, socialdemócratas, judíos. No importa si es por el color de su piel, por la religión que profesan, el país de origen o la militancia política. El caso más reciente se ha producido en Marsella. Dice la prensa que el asesino pertenece a un grupo con antecedentes nazis y ahora se proclama muyaidin. Qué más da. En esta ocasión los damnificados han sido judíos. Hace unos días lo fueron militares franceses de origen magrebí y antillano.

Pero el terreno ha sido abonado y regado previamente. A lo largo del mes de febrero, en plena campaña electoral francesa, Sarkozy viró violentamente más hacia la derecha de lo que ya estaba con el objetivo de disputar votos al Frente Nacional. En ese viraje no dudó en recurrir a la islamofobia. Es evidente que, sin ideas que defender y lejos de todo tipo de escrúpulos morales y éticos, se buscan enemigos exteriores. Ahora proclama que “se ha hecho todo lo posible para asegurarse de que el sospechoso sea arrestado y llevado ante la justicia para la rendición de cuentas por los delitos cometidos" (“Le Monde”, 21 de marzo de 2012). ¿Qué sospechoso: él, el muyaidin o ambos?

En España también disponemos de ejemplos de “atizadores” profesionales. Durante la última campaña electoral celebrada en Cataluña, tuvimos que escuchar en boca de Durán Lleida – artista en eso de atizar la xenofobia – que “hay demasiados Mohameds y pocos Jordis”. En la misma campaña, el PP no dudó en distribuir panfletos con el lema “no queremos rumanos” y en relacionar directamente delincuencia con inmigración. Ayer, leíamos en la prensa (El País) que un instituto de Burgos ha expulsado a una alumna por llevar el hiyad dado que considera que ha incurrido en "una conducta perturbadora y gravemente perjudicial para la convivencia en el centro". El listado de ejemplos sería interminable.

La crisis económica, moral y ética que recorre Europa genera frustración, resentimiento, rencor colectivo. A su vez, algunos partidos políticos y medios de comunicación favorecen las bajas pasiones. Las plantas venenosas crecen en terreno adecuado y el terreno es vasto. El odio al diferente se nutre de ideas enarboladas por racistas “racionales” que infestan la opinión pública.

Reclamar vigilancia es necesario, pero no suficiente. Europa, todos nosotros, ha de volver a ser capaz de imaginar y construir vías de diálogo con “el otro”. Una vez más, es imprescindible la reflexión y el compromiso con el derecho humano a ser diferente.

sábado, 17 de marzo de 2012

La educación española en manos de la derecha conservadora, confesional y ultraliberal

El director de la revista Cuadernos de Pedagogía, Jaume Carbonell publica un jugoso editorial, en el número 421 de marzo de 2012 [http://www.cuadernosdepedagogia.com/], bajo el título “Las 10 ocurrencias del nuevo ministro” de Educación, Cultura y Deporte (quien tanto abarca, poco aprieta, es decir, se dedica a cazar moscas, aunque, sin duda, apretará y ahogará a la enseñanza pública). Carbonell afirma que el ministro se propone llevar a cabo una política neoliberal y conservadora. Es evidente que, pese a personificar estas características en dicho ministro, lo mismo puede afirmarse de los consejeros y consejeras de educación de las comunidades autónomas españolas en las que gobierna la derecha. El caso de Cataluña es también paradigmático, con el agravante del nacionalismo provinciano y clasista que caracteriza a su gobierno. Es decir, tanto monta.

Creo que la cosa va mucho más allá de lo que afirma Carbonell y que no se trata de simples ocurrencias. El pensamiento y el discurso del ilustre valido son una mera caricatura, resultado del más puro revoltijo del conservadurismo, el confesionalismo religioso católico y el ultraliberalismo. Bajo esta óptica trata los temas que le interesan: autoridad confundida con autoritarismo; rigurosidad como marca de la casa; negación del valor de la pedagogía; selección y exclusión tempranas; negación del derecho a acceder desde la escuela infantil a la ciudadanía democrática y a la autonomía solidaria; adoctrinamiento catequístico; odio a los enseñantes.

El ministro vende una escuela clasista y promueve una escuela de la desconfianza. Defiende los recortes presupuestarios basándose en la peregrina idea de que “el incremento de los recursos lleva a un deterioro de los resultados”. ¿Está diciendo, entre otras cosas, que hay un excesivo número de profesores y que ello provoca el empobrecimiento de la enseñanza? Efectivamente. ¿Y qué persigue? Enfrentar las familias con los profesores. Sabe que la sociedad española tiene alergia al corporativismo, al funcionariado (no importa que cada vez haya menos funcionarios entre el profesorado; eso se lo calla), y que su discurso cae en campo abonado.

¿Por qué el ministro no aprovecha su ministerio (concepto tan católico) para llamar a todos los actores de la comunidad educativa a una cruzada (él, tan de la iglesia católica) a trabajar juntos en una visión democrática de la escuela, como parte de un proyecto educativo compartido? Porque el ministro piensa que la escuela – salvo la confesional, clasista y elitista que defiende – es un peligro. Teme que la escuela colabore en la construcción de proyectos de vida para los niños, los jóvenes y los adultos. Teme que la escuela imparta enseñanza no fundamentalista y que, además, lo haga por igual para todos. Teme que la escuela anime a los ciudadanos más o menos jóvenes, a la unidad frente al individualismo, a la cooperación y la responsabilidad colectiva.

El ministro está claramente contra una escuela de la libertad individual y colectiva, de la cohesión social, de la solidaridad, del proyecto pedagógico comunitario. El ministro está contra una escuela que colabore en preparar a las personas para afrontar los desafíos culturales, sociales, económicos y democráticos que nos depara nuestra época.

viernes, 16 de marzo de 2012

"Los mercados" a por el agua que bebemos

Por si fuéramos pocos, parió la abuela: no tienen bastante con controlar las fuentes de energía fósiles y buena parte de las renovables - además de la física y la intelectual humanas - que ahora van a por el agua, no ya como fuente de energía (ya es suya) sino como elemento vital de la vida humana.


El 1999, el vicepresidente del Banco Mundial, que debe saber mucho sobre el tema porque está implicado desde hace años en la caza y captura del agua, afirmó: "Si las guerras del siglo XX se han provocado por el petróleo, las del siglo XXI tendrán como objetivo el dominio del agua". La OCDE acaba de publicar el informe La gouvernance de l'eau dans les pays de l'OCDE (también está disponible la versión en inglés), que, además de ilustrar sobre cómo se debe gobernar la gestión del agua a escala internacional, nacional e infranacional, aborda lo que llama los "retos del agua". Dicho a la pata la llana: cómo hacerse con el control privado del agua. Hoy he leído que, en el marco del VI Foro Mundial del Agua y del Foro Mundial Alternativo del Agua, que está celebrándose estos días en Marsella, "CCOO ha reclamado al gobierno de España que paralice los procesos privatizadores de los servicios públicos de abastecimiento y saneamiento que se están llevando a cabo en distintas ciudades y comunidades autónomas de nuestro país [...], y recuerda que el agua es un bien público que pertenece a todos y no puede utilizarse como moneda de cambio para que se enriquezcan unos pocos" (Boletín COMFIA-CCOO).


Del control sobre el agua mineral a la disputa por la gestión de los sistemas de abastecimiento y saneamiento, de los acueductos y la construcción de diques a la privatización de las reservas hídricas. Y en época de sequía... 


Se trata de una guerra discreta que no se dirime con el fragor de las bombas, que no se combate con ejércitos armados - por ahora y en nuestro país -, pero que se decide en las estancias enmoquetadas de los despachos (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, OCDE, Gobierno y Parlamento italianos, Gobierno de la Comunidad de Madrid...). En algunos casos, el FMI y el Banco Mundial han condicionado la concesión de préstamos a países pobres  a cambio de la cesión de la gestión de los servicios hídricos a empresas privadas externas (la película "También la lluvia" de Icíar Bollaín, nos puso sobreaviso hace unos años).


Poco a poco, el agua va cambiando de estatus: pasa de ser un derecho humano, fuera del alcance del mercado, a convertirse en una necesidad humana que, por tanto, hay que regular con las leyes de la oferta y la demanda. La nómina de los beneficiarios es de alta alcurnia: las francesas Vivendi y Suez, la alemana -¡cómo iban a faltar ellos! - RWE, las inglesas Thames Water y Seven-Trent, la italiana ACEA, la Nestlé, la Danone, la Coca-Cola... ¿Y, en nuestro país? La más espabilada está siendo "La Presidenta Esperanza Aguirre, S.A.", quien ha iniciado el proceso de privatización del Canal de Isabel II.


A los humanos nos declaran una nueva guerra. Habrá que armarse a marchas forzadas.

lunes, 5 de marzo de 2012

Recuperar una política y una acción propia de la Izquierda

Resulta difícil determinar hoy, genéricamente, cuál es el campo de la izquierda por lo que se refiere a la problemática social y económica de la sociedad – la nuestra y las restantes -. A lo largo de doscientos años, la izquierda se ha construido alrededor de una visión del mundo que actualmente no parece muy “practicable”. Esta visión ofrece dos manifestaciones. La primera ha abandonado hace tiempo la idea de un verdadero cambio y toda intención de contribuir a la creación de una estructura de poder diferente, alternativa, y ha practicado sustancialmente la misma política que la derecha, basada en el predominio del mercado por encima del trabajo, en el clientelismo, la privacidad – el “aparato” como propietario de las ideas – y un compromiso genérico con el bienestar. La otra manifestación de la izquierda debate internamente cómo construir y estimular la acción política lejos de las desviaciones practicadas por la primera. Y, nada más, salvo sus incursiones en el ecologismo. Es decir, está igualmente alejada de la sociedad y no encuentra la manera de articular un pensamiento y un discurso que contribuya a armar ideológicamente a la población. [En el primer caso, es sintomática la pérdida de credibilidad social y política del partido que ha representado la socialdemocracia en España: “El PSOE ha perdido tota autoridad moral entre la población, y como es natural, nadie lo ve como punto de referencia en las primeras manifestaciones de reactivación de la oposición social” (en A. Domènech, G. Buster y D. Raventós (2012) Reino de España: bienvenidos al cuatrienio negro, www.sinpermiso.info)].
En palabras de Paolo Flores d’Arcais (La sinistra presa sul serio, MicroMega, 8/2011), la política – en este caso, la de la izquierda - se ha convertido, doblemente, en un hecho privado: “está privatizada, en cuanto que ha sido secuestrada monopolísticamente por un colectivo de políticos de plantilla […] y ha sido sustraída al ciudadano…”. Este tipo de actuación ha comportado un abandono masivo de la militancia, ha desarmado a la sociedad más consciente y ha empujado a la población a la más absoluta pasividad, convirtiendo a los electores en clientes pasivos. Ni tan siquiera los ciudadanos militantes de los partidos tienen posibilidad alguna de cambiarlos desde dentro. Las nomenclaturas controlan los partidos-máquinas.
Aunque he aportado anteriormente, en este mismo blog (2009, 2010, 2011, 2012), otras reflexiones sobre la Izquierda, quiero volver sobre el tema a fuer de resultar pesado. Considero que argumentar y profundizar en la misma idea es la única manera de concienciarnos a cerca de la necesidad y urgencia de pensar y actuar políticamente. Si aún puede darse un pensamiento y una acción, si aún puede existir una radicalidad en la Izquierda, ésta consiste en aportar ideología a las personas para que salgamos de la pasividad, de manera que seamos capaces de actuar y de ser actores de nuestra existencia.
Creo que es necesario desarrollar una estrategia política que impulse a las personas a luchar por la justicia social. Pero, para hacer esto, es imprescindible que la Izquierda acepte llevar a cabo algo que, ciertamente, no es fácil: pensar en la política no en términos de campaña electoral, algo que se hace cada cuatro años, sino como un reto y un esfuerzo diario para reconstruir el tejido social. Lo otro es una trampa engañabobos – comenzando por sí misma -. A la vez, la Izquierda debe ser capaz de reformular su pensamiento no desde la óptica del consenso, sino del conflicto: el conflicto social. Es absurdo querer convencer a todos, desde el gran empresario al obrero, desde el obispo al creyente, de que su proyecto es válido lo mismo para unos que para otros. La Izquierda ha de reconstruir el pensamiento del conflicto.
Considero, también, que el conflicto de clase ha sido superado y que debe plantearse el “conflicto sectorial”. Hoy nos encontramos con un conflicto múltiple generado en sectores diversos de la sociedad, que tienen proyectos diferentes, pero que todos ellos se ven aplastados por el dogma neoliberal. La Izquierda debería abandonar la idea de “la clase” y aceptar la multiplicidad. Así, reconstruir el pensamiento del conflicto supone reconocer que no existe una única lucha, sino diferentes luchas que han de concurrir en un mismo objetivo: la justicia social.
Para alcanzar la justicia social hay que recoger de y aportar ideas a múltiples colectivos, grupos, asociaciones. Diluida la diferencia entre lo social y lo político, no es posible querer, caiga quien caiga, canalizar y disciplinar la actividad social, ciudadana. Hoy, más que nunca, es necesario abandonar liderazgos, personalismos, individualidades.
Existe, actualmente, una base social que no cree en la política. Las formas de “pertenencia” son muy elásticas, aunque concurren referentes comunes: unas veces se trata de los recortes en sanidad y educación, otras de los abusos cometidos por la usura bancaria, otras de la “dación en pago” o de otro tipo de injusticias. Sin embargo, no hay un sistema coherente y estructurado de referencia. Los movimientos, como el de los Indignados son movimientos de gran importancia no muy diferentes a aquellos que se generaban hace treinta y cuarenta años, organizados ad hoc de manera transitoria y que se focalizaban – se focalizan – con la finalidad de generar movilizaciones demostrativas del malestar y el descontento. Ciertamente, estas acciones sirven para agitar a la opinión pública pero no necesariamente tienen una eficacia práctica, aunque pueden tener un gran impacto simbólico. Son formas de movilización generalmente transitorias, que se transforman con bastante facilidad, son dúctiles, de manera que no responden a los criterios tradicionales de los partidos políticos, más habituados a las estáticas y dogmáticas campañas electorales.
Pese a ello, en nuestro actual sistema político, la estructura partidaria es ineludible para la acción política, por ello, la Izquierda para volver a ser digna de su nombre ha de reinventarse, ha de volver a nacer, ha de utilizar de nuevo un lenguaje y una manera de hacer que deje claro quién es y dónde está el enemigo. Sí, el enemigo. El miedo actual de la Izquierda a hablar claramente “del otro” la va reduciendo a una mera vaguedad, mientras aquél, acusando de todos los males a la Izquierda, no tiene pelos en la lengua, miente, manipula, explota, sojuzga, expropia derechos y oprime. La Izquierda ha de dejar de practicar, por un lado, lo que se llama una “política útil” - posición, cuanto menos, ridícula dado que solo sirve para apoyar la acción de la derecha – y, por otro, una política corta de miras, flotante, limitada a “mantener las conquistas”. La Izquierda ha de volver a los principios de solidaridad, internacionalismo, ética, moral, justicia distributiva, racionalismo, socialismo…
La Izquierda debe desenmascarar la lógica del capital que encierran todas las acciones del gobierno de la derecha y desarrollar, de una vez por todas, una oposición dura frente al único enemigo. Para ello, recuperando el espíritu italiano de Enrico Belinguer (años setenta del pasado siglo), dentro de la izquierda, por supuesto, se precisa un pacto de salida a la situación grave y enconada de descomposición institucional y de desmoronamiento socioeconómico que representa la derecha. Por ello, la Izquierda debe luchar activamente en defensa de los derechos sociales y de la democracia teniendo presente que, donde no existen o sobreviven malheridos, los derechos sociales y una democracia mejor son siempre objetivos revolucionarios. 

jueves, 1 de marzo de 2012

Que la represión no pare la lucha

En los últimos tiempos, estamos asistiendo a una serie de actos represivos contra la sociedad española. Me refiero no sólo a la represión física, sino también a la moral y a la económica. La protección del capital a costa de la desprotección del trabajo y del debilitamiento de los servicios públicos (la educación y la salud, principalmente); la laceración que sufren jóvenes estudiantes; el ultraje padecido por jueces que han osado enfrentarse a políticos corruptos… Cualquier día vendrán a por alguno de nosotros y será demasiado tarde.
Viejas historias todas ellas que se repiten cada vez que alguien levanta la cabeza frente a los poderosos, ya sean “los mercados”, ya los gobernantes que los protegen. Viejas historias que se repiten cuando elementos reaccionarios consiguen el poder, cuando las derechas (o ciertas llamadas izquierdas) y sus secuaces consiguen controlar el Estado y casi la totalidad de los medios de comunicación.
En los últimos días, cuando los jóvenes estudiantes valencianos han reclamado su derecho a estudiar sin pasar frío, las “fuerzas del orden” han actuado violentamente a la voz de “al ataque contra el enemigo”. Volvemos a los tiempos en que el pueblo es el enemigo que hay que humillar y masacrar, físicamente o siendo llevado ante los tribunales (¡valiente justicia la nuestra que sólo se atreve con los jóvenes y con los desvalidos de la sociedad!).
También, en los últimos días, desde el poder se ataca moral y económicamente a cualquier persona trabajadora o que busca trabajo, simplemente por reclamar el derecho al trabajo, a un trabajo digno, a un presente y un futuro social y económico.
Y vendrán más persecuciones: a la mujer porque aborta o lo intenta, a las personas del mismo sexo porque se aman, a los inmigrantes porque persiguen una vida digna, a las personas que no tienen trabajo porque lo reivindican, a las personas mayores porque se pondrán del lado de sus hijos maltratados, a los enseñantes, a los médicos, a las enfermeras, a los bomberos, a las artistas, a los conserjes, a los albañiles, a los ingenieros, a los cocineros… A cualquier persona que exija sus derechos y defienda la libertad. La respuesta será siempre la misma: represión, porras, arrestos, calles blindadas y todo tipo de acciones destinadas a destruir y apagar la lucha y los movimientos de los ciudadanos, con el fin de implantar aún más claramente el pensamiento único neoliberal, reaccionario, apostólico.
En la etapa de la dictadura franquista los ciudadanos mantuvimos una lucha constante frente a la represión, que también era moral y física, y de nuevo ahora hemos de continuar aquella lucha. Tristemente, los años pasados recientemente (que para los más jóvenes son los de toda su vida) han sido un paréntesis. Se ha vuelto a las andadas. Frente a la violencia autoritaria, a las porras, a la cacareada muerte de las ideologías, a la debilidad de cierta izquierda, a los jueces reaccionarios, a los “mercados” y sus paladines…, volvamos a enarbolar la libertad y los derechos humanos.