lunes, 14 de noviembre de 2011

¿Dónde está la raíz del mal?

 “Si se pone en peligro la libertad,
la propiedad se deslegitima
y la causa de la destrucción de la libertad
es la abismal desigualdad económica,
‘la fuente de todos los males’”
(Maximilien Robespierre)

“La actual economía neorentista, cuyos orígenes se remontan a las secuelas de la Primera Guerra Mundial, cuando los créditos hipotecarios comenzaron a moverse en el terreno económico de la industria y el comercio, y que luego quedó reforzada por la ideología de la Guerra Fría contra los trabajadores, podría describirse como una forma neofeudal de servidumbre por deudas, tanto en términos económicos como porque propugna los valores de la preilustración. Incluso el calificativo «neoliberal» es engañoso porque en realidad, los verdaderos economistas «liberales», como John Stuart Mill, por ejemplo, intentaron mantener un equilibrio adecuado entre los precios y los costes y proteger los mercados de los intereses rentistas y del capitalismo salvaje.

Un fenómeno funesto conocido como «las finanzas» se ha adueñado de la esfera económica, de la industria, de los bienes inmobiliarios y de los propios gobiernos. Se considera una fuerza autónoma que hace dinero por sí sola. Esto implica sigilo, falta de responsabilidad y la conquista ideológica, centrada sobre todo en una idea distorsionada, desquiciada, de la «libertad». Para los financieros, la «libertad» de especular implica «liberar» el mercado de obstáculos (como los derechos humanos) que puedan interponerse en el camino del comercio y el lucro. La prosperidad financiera, construida en realidad sobre la deuda en términos de los medios de producción y de los ingresos de toda la sociedad, se presenta como un sector visible y productivo de la economía real, aunque lo único visible de esta «riqueza» sean las cifras que parpadean febrilmente en las pantallas de las bolsas. La situación ideal del banquero es una economía que se capitaliza en su totalidad: cuando los excedentes económicos no se reinvierten en actividad productiva sino que se abonan como intereses (a ellos o a los financieros)”. (Julie Wark (2011), Manifiesto de derechos humanos, Ediciones Barataria. Colección Documentos)

domingo, 13 de noviembre de 2011

Aviso póstumo: el golpe de estado está en el orden del día

¿Cómo se le pudo ocurrir a Papandreu, primer ministro elegido democráticamente, contravenir los deseos del dúo estático formado por la canciller alemana y el presidente francés? ¿Apelando al pueblo? El pueblo está formado por patanes que desconocen el verdadero valor de “la cosa”. ¿Qué puede saber un pueblo que llevaba cinco años de “crecimiento negativo” – maldito diccionario conceptual de términos económico/financieros-? Ante reflexiones de tan hondo calado, el primer ministro griego retiró el referéndum. La democracia, siempre dispuesta a utilizar las bombas allí donde haga falta (Irak, antes, y Libia, recientemente), no tiene valor alguno cuando se trata de dinero. Ante el dinero, la democracia es una opcionalidad.

¿Cómo puede intentar mantenerse en el poder un personaje de catadura tal como Berlusconi? Durante años, lo ha hecho y ha sido agasajado, besado, abrazado, bendecido, pese a su persistente persecución de los medios de comunicación no afines, a su pregonada pederastia, a su capacidad (compra de votos) para adecuar las leyes a su medida e interés particular… ¿Cómo se atreve a enfrentarse al poder del dinero? Lo que el pueblo italiano ha sido incapaz de hacer en las urnas lo ha hecho expeditivamente el poder del dinero. El pueblo italiano ha celebrado la caída del monstruo sin darse cuenta de que ha sido gracias a un golpe de estado plutocrático. Ante el dinero, la democracia es una opcionalidad.

Uno de los mayores daños que los llamados líderes europeos están haciendo a la sociedad es el hurto de la política. La democracia es diariamente prostituida  – substitución de presidentes de gobierno sin pasar por las urnas-, las reglas mínimas de la convivencia civil son violadas, el interés individual – banca y finanzas - sustituye al bien público, el debate político es eliminado. El contraste de ideas y de proyectos para el futuro ha sido sustituido por la “profundización” sobre la prima de riesgo, el valor de mercado, los bonos basura, los puntos básicos, el diferencial de deuda… No se debate sobre economía doméstica, escuela, trabajo, cultura, riqueza, pobreza, igualdad, inclusión…

Los europeos corremos el riesgo de situarnos fuera de la democracia y de la civilidad. 

sábado, 12 de noviembre de 2011

Aviso preventivo

Supongamos que, como todos los vaticinios dan por hecho, el partido popular gana las próximas elecciones. Pues bien, aviso preventivamente que dicho partido no solucionará ninguno de los problemas a los que nos enfrentamos actualmente, ni los que quedan por venir. Es más, aumentará nuestras angustias.

El partido popular hará el trabajo sucio a las órdenes del Banco Central europeo (es decir, de Ángela Merkel) y del Fondo Monetario Internacional. El partido popular no salvará la patria – esa con la que se llena la boca -; será el verdugo de la gente pobre, de la gente con hipoteca, de los pensionistas y de los parados; será el liquidador de derechos civiles e incluso de derechos humanos; será el facilitador (aún más) del despido libre y del trabajo al servicio de lo público... El partido popular propulsará hacia el infinito a los privilegiados sociales y económicos. La clase financiera, esa que ha provocado la vorágine en la que estamos metidos, será su principal sustento. Y recibirá todas las bendiciones de una iglesia católica que siempre aspira a transformar la democracia en una plutocracia confesional.

Aviso preventivamente que, ante el panorama que se avecina después de las elecciones, sólo hay una vía de salvación: que la izquierda (un amigo dice que me obstino en llamarla izquierda por padecer un permanente lapsus freudiano) se articule y presente una alternativa única: un plan de acción basado en la defensa de la ética y de lo público; un plan de acción en el que impere el trabajo como principal valor económico y social. [Evidentemente, mejor después de haberse purgado por los errores cometidos].

jueves, 3 de noviembre de 2011

Es una cuestión de lucha de clases


Ahora ya, pero, a partir del próximo 20 de Noviembre más, la cuestión será una lucha de clases, dirigida, en primer lugar, contra las personas en situación precaria, contra los despidos, contra el bien (los bienes) común, contra los derechos sociales, políticos y laborales, contra los intereses generales. De hecho, será una vuelta a la “actividad terrorista”, por activa o por pasiva. Será el uso irresponsable de la ley y de la norma contra los más débiles, contra la mayoría a la cual utilizan como escusa. Será la puesta en práctica de una política de la desesperación y de la falta de perspectiva. Será la contrarevolución: hacer a los ricos más ricos y a los pobres, más pobres. Será el “cuanto peor, mejor para nosotros y los nuestros”.

Los grandes patrimonios estarán exentos de imposición –comenzando por los suyos propios-; las transacciones entre “mafiosos” (banqueros, especuladores, constructores del pelotazo…) tendrán las manos libres. ¿Y los empresarios? Estos tendrán más fácil el despido y el convertir en más precarios a los precarios actuales. La disputa entre lo viejo y lo nuevo no tendrá color: lo viejo, caduco, antisocial, clerical, confesional, triunfará.

Será papel mojado el principio de igualdad consagrado en la Constitución. Toda esperanza de “vínculo republicano” será descartada. Los principios de dignidad, solidaridad, de igualdad de oportunidades, serán aniquilados.

La única alternativa deberá fundamentarse en el principio de transparencia, de libertad; tendrá que incluir un proyecto de lucha de clases, contra élites y grupos de presión, contra la desigualdad social, por la redistribución de la igualdad de oportunidades y de la riqueza, entendida en sentido amplio (salarios, sanidad, educación, cultura…); contra la insolidaridad, entre los “propios” y los vecinos de afuera.