lunes, 13 de junio de 2011

Diez ideas para la generación de buenas prácticas de formación de jóvenes

El desempleo juvenil asciende actualmente al 21%, en el conjunto de la Unión Europea. En España, este porcentaje se sitúa en un 45,4% (primer trimestre 2011). El colectivo juvenil más afectado es el de 16-19 años, cuyos miembros han abandonado los estudios con la esperanza de encontrar un puesto de trabajo, pero solo uno de cada tres lo consigue, ya que su tasa de desempleo supera el 65%.

Escuelas taller y casas de oficios han sido, durante casi tres décadas, unas buenas prácticas de formación para nuestros jóvenes. Ahora “la crisis” (¡qué manera de justificar lo injustificable!) se ha olvidado de ellas o hecho desaparecer. Quizá sea necesario aprovechar este período de inacción y pasividad para reflexionar, definir y aportar algunas ideas que puedan contribuir a proyectar el futuro de la formación de los jóvenes.

Voy a fijarme, en esta ocasión, en algunos aspectos esenciales de las que considero que pueden ser las bases para la generación de buenas prácticas formativas. Su concreción en diez ideas no tiene intención alguna de conformar un decálogo (“ley de dios”, verdad única), sino de resumir simbólicamente dichas bases.

1. Construir un proyecto personal
Toda buena práctica formativa debe favorecer, particularmente, la construcción de un proyecto personal de progreso profesional (carrera).

2. Estimular el deseo de progresar
La buena práctica de enseñar a jugar las propias cartas: en este sector profesional hay espacio para quien quiere progresar, en este trabajo pueden existir satisfacciones profesionales, en esta profesión está valorada la capacidad personal...

3. Gestionar la inserción laboral
Una buena práctica no debe limitarse a dispensar cursos o módulos formativos. Debe ayudar también a saber gestionar las primeras fases de la inserción laboral, favoreciendo y estimulando un diálogo a tres bandas: joven, empresa, escuela.

4. Seguir la historia laboral del joven formado
Es necesario que la buena práctica lleve a cabo un seguimiento temporal y monitorice la historia laboral y la evolución profesional de los jóvenes formados, con la finalidad de realizar un asesoramiento útil en términos de valoración de su eficacia y de su posible necesidad de formación continua.

5. Construir una sólida formación de base
Para que la buena práctica alcance plenamente sus objetivos, es necesario individualizar con precisión los elementos conceptuales y las competencias que definen un trabajo cualificado y, sobre esta base, construir un programa formativo eficaz, homogéneo y fiable.

6. Construir las bases de la formación a lo largo de la vida
Debe aplicarse en la buena práctica el principio de la formación a lo largo de la vida. Quien recibe una buena formación de base sabe ser un buen usuario de la formación permanente: restaura, recupera, mantiene. El correspondiente aprendizaje debe servir, sobre todo, para que el joven sea capaz de aprender continuamente y desarrollar la propia autonomía profesional.

7. El modelo formativo debe ser nacional y europeo
Pensar en términos nacionales el sistema formativo significa activar economías de escala en la realización de los programas didácticos, de los instrumentos didácticos, de la formación de los docentes, de la certificación de los aprendizajes. Asimismo, debe significar el disfrute de las mismas condiciones laborales.
Por otro lado, el modelo formativo de la buena práctica debe tener una perspectiva de ámbito europeo con la finalidad de facilitar la movilidad laboral.

8. El modelo formativo debe articularse localmente
En toda buena práctica, la actividad económica del territorio y su vocación de construir riqueza y bienestar son valores a salvaguardar y desarrollar en la formación destinada a los jóvenes. Aunque pensada y definida a escala regional y nacional, debe ser gestionada localmente.

9. El modelo formativo ha de ser multifacético
La buena práctica ha de ser comprensiva en incorporar buena parte de los diferentes componentes de toda formación: aprender a ser, aprender a aprender, aprender a pensar, aprender a convivir. Ha de integrar competencias socio-afectivas, cognitivas, comunicativas, ciudadanas. Debe, asimismo, incorporar el aprendizaje lingüístico y multicultural.

10. El modelo formativo ha de ser multiusuario
Aunque pensado para los jóvenes, el modelo formativo ha de tener utilidad para otros colectivos. Por ejemplo, para los contratos de empleo / formación, para las personas que quieren fortalecer o actualizar su acervo formativo, para las personas sin una formación inicial. El objetivo es conseguir una utilidad del modelo que, gracias a la metodología, los contenidos, la didáctica, los recursos utilizados, vaya más allá del propósito primero que persigue.