sábado, 1 de febrero de 2014

El futuro del trabajo: la esclavitud. [O cuando las barbas del vecino griego veas pelar]

A veces, nos damos de narices con propuestas salidas de la boca de representantes del empresariado o escritas por las entregadas plumas de algunos de sus haúlicos pitonisos y servidores fieles, que ponen de manifiesto el sueño de todo empresario que se precie. La idea les persigue como una pesadilla: conseguir que se trabaje sin cobrar. Es decir, volver a la esclavitud.

Es el objetivo de muchos de ellos, aunque la noticia venga de la masacrada Grecia. El Centro de Planificación y Estudios Económicos (Κέντρο Προγραμματισμού και Οικονομικών Ερευνών, KEPE http://www.kepe.gr/index.html, dependiente del Ministerio de Desarrollo Regional) ha propuesto, “para reducir el desempleo juvenil” que las empresas puedan tener trabajando a jóvenes desempleados, de hasta 24 años, sin la obligación de pagarles un sueldo durante un año. Además, afirma que, el tener las empresas mano de obra gratuita, sería un autoincentivo para la contratación de empleados entre los más jóvenes. Ítem más, el KEPE también ha propuesto la "exportación" de jóvenes en paro, porque en la actualidad las empresas “no parecen ser capaces de absorber el creciente número de jóvenes griegos en busca de trabajo”. [http://greece.greekreporter.com/2014/01/24/controversial-proposal-for-tackling-unemployment/]

La tasa de desempleo juvenil griega es del 57,2% y la de larga duración alcanza el 71%. Ante este panorama, la KEPE propone “medidas razonables” (sic) que, sin embargo, tienen como única finalidad introducir, como normal, el trabajo gratuito sin que el patrón tenga ni siquiera la obligación de dar alimento y cobijo al joven trabajador. Los esclavos estaban mejor, pues al menos tenían estos derechos. También los nazis usaron mano de obra forzosa “rastrillada” de todos los países que ocuparon militarmente y prisioneros de guerra o personas confinadas en campos de concentración por motivos raciales o políticos. Estos también tenían “alojamiento”.

Los argumentos de KEPE son altamente convincentes. Considera que la inversión hecha en formar a los jóvenes desempleados y a los mayores parados de larga duración es un despilfarro: “el capital humano se disipa”. A su parecer, lo que el joven o la persona mayor han aprendido en la escuela o en el trabajo termina por perder valor, se olvida por falta de uso, “como los músculos de un atleta después de una lesión”. Por ello, la mejor solución es el trabajo gratuito hasta que se produzca la recuperación económica. Los jóvenes han de tener esta esperanza, porque entonces, cuando se produzca el m ilagro, las empresas “pueden decidir contratarles de forma permanente o, al menos, pagándoles algo”. Al distinguido centro de planificación y estudios le ha faltado decir: “y echándoles algo de comer”.

Para redondear su propuesta, el KEPE dice también que el gobierno “debería alentar a los jóvenes griegos a emigrar y buscar trabajo en el extranjero, especialmente en Europa del norte y el este, donde hay demanda de trabajadores”.

En fin, hay el peligro de que otros jóvenes y mayores desempleados europeos entren en el mismo paquete. Cada vez queda menos, aunque, en España, ya se ha iniciado el proceso con las leyes laborales actualmente vigentes, con la “movilidad exterior”, auspiciada por la señora Báñez, y con las teorías sobre el “modelo de relaciones laborales” defendidas por sesudas cabezas pensantes (FEDEA, Federido Durán y adláteres).