jueves, 1 de marzo de 2012

Que la represión no pare la lucha

En los últimos tiempos, estamos asistiendo a una serie de actos represivos contra la sociedad española. Me refiero no sólo a la represión física, sino también a la moral y a la económica. La protección del capital a costa de la desprotección del trabajo y del debilitamiento de los servicios públicos (la educación y la salud, principalmente); la laceración que sufren jóvenes estudiantes; el ultraje padecido por jueces que han osado enfrentarse a políticos corruptos… Cualquier día vendrán a por alguno de nosotros y será demasiado tarde.
Viejas historias todas ellas que se repiten cada vez que alguien levanta la cabeza frente a los poderosos, ya sean “los mercados”, ya los gobernantes que los protegen. Viejas historias que se repiten cuando elementos reaccionarios consiguen el poder, cuando las derechas (o ciertas llamadas izquierdas) y sus secuaces consiguen controlar el Estado y casi la totalidad de los medios de comunicación.
En los últimos días, cuando los jóvenes estudiantes valencianos han reclamado su derecho a estudiar sin pasar frío, las “fuerzas del orden” han actuado violentamente a la voz de “al ataque contra el enemigo”. Volvemos a los tiempos en que el pueblo es el enemigo que hay que humillar y masacrar, físicamente o siendo llevado ante los tribunales (¡valiente justicia la nuestra que sólo se atreve con los jóvenes y con los desvalidos de la sociedad!).
También, en los últimos días, desde el poder se ataca moral y económicamente a cualquier persona trabajadora o que busca trabajo, simplemente por reclamar el derecho al trabajo, a un trabajo digno, a un presente y un futuro social y económico.
Y vendrán más persecuciones: a la mujer porque aborta o lo intenta, a las personas del mismo sexo porque se aman, a los inmigrantes porque persiguen una vida digna, a las personas que no tienen trabajo porque lo reivindican, a las personas mayores porque se pondrán del lado de sus hijos maltratados, a los enseñantes, a los médicos, a las enfermeras, a los bomberos, a las artistas, a los conserjes, a los albañiles, a los ingenieros, a los cocineros… A cualquier persona que exija sus derechos y defienda la libertad. La respuesta será siempre la misma: represión, porras, arrestos, calles blindadas y todo tipo de acciones destinadas a destruir y apagar la lucha y los movimientos de los ciudadanos, con el fin de implantar aún más claramente el pensamiento único neoliberal, reaccionario, apostólico.
En la etapa de la dictadura franquista los ciudadanos mantuvimos una lucha constante frente a la represión, que también era moral y física, y de nuevo ahora hemos de continuar aquella lucha. Tristemente, los años pasados recientemente (que para los más jóvenes son los de toda su vida) han sido un paréntesis. Se ha vuelto a las andadas. Frente a la violencia autoritaria, a las porras, a la cacareada muerte de las ideologías, a la debilidad de cierta izquierda, a los jueces reaccionarios, a los “mercados” y sus paladines…, volvamos a enarbolar la libertad y los derechos humanos.