domingo, 13 de noviembre de 2011

Aviso póstumo: el golpe de estado está en el orden del día

¿Cómo se le pudo ocurrir a Papandreu, primer ministro elegido democráticamente, contravenir los deseos del dúo estático formado por la canciller alemana y el presidente francés? ¿Apelando al pueblo? El pueblo está formado por patanes que desconocen el verdadero valor de “la cosa”. ¿Qué puede saber un pueblo que llevaba cinco años de “crecimiento negativo” – maldito diccionario conceptual de términos económico/financieros-? Ante reflexiones de tan hondo calado, el primer ministro griego retiró el referéndum. La democracia, siempre dispuesta a utilizar las bombas allí donde haga falta (Irak, antes, y Libia, recientemente), no tiene valor alguno cuando se trata de dinero. Ante el dinero, la democracia es una opcionalidad.

¿Cómo puede intentar mantenerse en el poder un personaje de catadura tal como Berlusconi? Durante años, lo ha hecho y ha sido agasajado, besado, abrazado, bendecido, pese a su persistente persecución de los medios de comunicación no afines, a su pregonada pederastia, a su capacidad (compra de votos) para adecuar las leyes a su medida e interés particular… ¿Cómo se atreve a enfrentarse al poder del dinero? Lo que el pueblo italiano ha sido incapaz de hacer en las urnas lo ha hecho expeditivamente el poder del dinero. El pueblo italiano ha celebrado la caída del monstruo sin darse cuenta de que ha sido gracias a un golpe de estado plutocrático. Ante el dinero, la democracia es una opcionalidad.

Uno de los mayores daños que los llamados líderes europeos están haciendo a la sociedad es el hurto de la política. La democracia es diariamente prostituida  – substitución de presidentes de gobierno sin pasar por las urnas-, las reglas mínimas de la convivencia civil son violadas, el interés individual – banca y finanzas - sustituye al bien público, el debate político es eliminado. El contraste de ideas y de proyectos para el futuro ha sido sustituido por la “profundización” sobre la prima de riesgo, el valor de mercado, los bonos basura, los puntos básicos, el diferencial de deuda… No se debate sobre economía doméstica, escuela, trabajo, cultura, riqueza, pobreza, igualdad, inclusión…

Los europeos corremos el riesgo de situarnos fuera de la democracia y de la civilidad.