miércoles, 24 de octubre de 2012

Excusad el desastre, pero estamos trabajando para vosotros


Si los jóvenes estudiantes preguntan públicamente ¿Qué estáis haciendo con el sistema educativo?, ¿por qué nos quitáis nuestras becas?, ¿qué habéis hecho con los comedores escolares?, solo obtienen una respuesta: botes de humo y porras, acompañadas de una cantinela “Excusad el desastre, pero estamos trabajando para vosotros, para el bien de la mayoría”.

Si los jóvenes que quieren trabajar, levantando sus brazos al cielo, preguntan ¿Dónde están los puestos de trabajo que constitucionalmente nos corresponden?, ¿dónde el salario digno? La respuesta, con pequeñas variantes, no es modificada: porras, violencia policial y botes de humo, acompañados de la misma frase “Estamos trabajando por el futuro del país, por el bien de la mayoría”

Si los trabajadores preguntan en las calles ¿Por qué continuáis bajándonos los salarios?, ¿qué se ha hecho de los convenios colectivos?, la respuesta se repite con otras variantes: carga policial y porrazos, y la consabida “Estamos trabajando para vosotros, para el bien de la mayoría, porque hasta ahora habéis vivido por encima de vuestras posibilidades”.

Si los profesionales de la enseñanza, de la medicina y de la salud se manifiestan y preguntan ¿Qué estáis haciendo con la escuela pública?, ¿a dónde la lleváis? ¿Qué se ha hecho con el derecho universal a la sanidad y la salud?, ¿dónde están los centros de atención especializados?, ¿qué estáis haciendo con el derecho de la mujer a decidir sobre su embarazo? Todos ellos obtienen la misma respuesta: porrazos, botes de humo y cargas policiales, y la misma frase “Excusad el desastre, pero estamos trabajando para vosotros, para el bien de la mayoría”.

Pensemos en cualquier otro sector de la vida social y económica y comprobaremos que la respuesta es siempre la misma: los mismos palos y la misma cantinela. Todo ello, bendecido con el agua sagrada de la iglesia católica, de los padres de la Unión Europea, de la sacrosanta CEOE, de los redimidos banqueros, de los “medios” domesticados. Los pilares fundamentales de nuestra idiosincrasia.

Y qué importa si a todos los que preguntan y se quejan les hace un poco daño, “después sucederá el milagro”, palabra de frau Merkel y de Mariano el Acólito. Mientras, los vampiros de la economía y los serviles medios de comunicación les dan sabios consejos: “Quitaos de la cabeza esa pamema de la lucha de clases. Es un concepto viejo, superado, inútil, peligroso, contraproducente”. Lo que, dicho de otra manera, viene a significar: abandonad toda ilusión.

Sin embargo, aún queda la esperanza en las calles y en las plazas. Frente al “estamos trabajando para vosotros”, aún queda la esperanza de la lucha. Frente a la muerte que nos imponen, queda la vida que vamos a reconquistar.