martes, 6 de abril de 2010

Necesidad y urgencia de evaluar las políticas públicas

Necesidad y urgencia de evaluar las políticas públicas

La cultura de la evaluación de las políticas públicas comienza a abrirse camino en España, muy lentamente eso sí, aunque desde una óptica más económica que social. Queda por ver cuál es el impacto de esta evaluación en la práctica política posterior. Habitualmente, de una evaluación rigurosa a la puesta en práctica de políticas eficaces y bien fundamentadas hay “mucho trecho”.

Sin embargo, considero que una evaluación convincente en la que los resultados hablen claramente y concretamente a los ciudadanos puede ser ejemplarizante, puede hacer inclinar la balanza hacia el lado bueno. Las evaluaciones contienen un componente empírico, objetivo, que, si se difunde con rigor puede crear opinión pública, habitualmente reticente con lo público, y reducir la parte ideológica que suele comportar “mirar de reojo” a lo público. Del valor positivo que tiene la evaluación de estas políticas saben bastante en Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Suecia, Finlandia… Habría que ir trabajando en la misma línea en nuestro país. Tengo la impresión de que, más temprano que tarde, se podría llegar a incorporar social y políticamente el valor añadido de la evaluación.

Para favorecer este valor añadido será necesario utilizar en la evaluación un análisis de abajo arriba, que los datos y los resultados emanen del conjunto de la sociedad. Una valoración de estas características tiene muchas posibilidades de ser recibida positivamente por la ciudadanía.

A ello sería necesario añadir una gran transparencia en la metodología empleada y una, aún mayor, gran claridad de vocabulario. En la misma línea, habría que evitar las evaluaciones ex ante, nada evocadoras para el conjunto de la población. Sin embargo, tienen un mayor interés las evaluaciones ex post en las que se reflejan los efectos y los resultados de las políticas aplicadas. Incluso pueden tener un buen nivel de recepción las evaluaciones de impacto y causalidad, que comparan los resultados alcanzados con las “causas” que los han favorecido o perjudicado.

Hoy, inmersos en una crisis económica, sería de gran utilidad evaluar las políticas sociales y de empleo, analizando los efectos reales que tienen sobre la economía y sobre la sociedad. Para que las evaluaciones fuesen inteligibles y asumidas, sería conveniente huir de modelos macroeconómicos y definir parámetros e indicadores que hablen por sí mismos, que permitan logran unos resultados que provoquen un choque social porque sea fácil identificar en ellos los efectos logrados.

Igualmente, y con los mismos posibles efectos sociales positivos, sería necesario evaluar aquellas políticas que, destinadas a favorecer el empleo, tienen escaso contenido social (por ejemplo, las políticas destinadas a rebajar las cargas sociales de las empresas relacionándolas con las dinámicas sociales que generan). Y habría que hacerlo de manera “ofensiva” (al ataque, en términos guerreros o futbolísticos), lejos del carácter defensivo – justificativo - con el que, en general, se valoran las políticas públicas.