Por si fuéramos pocos, parió la abuela: no tienen bastante con controlar las fuentes de energía fósiles y buena parte de las renovables - además de la física y la intelectual humanas - que ahora van a por el agua, no ya como fuente de energía (ya es suya) sino como elemento vital de la vida humana.
El 1999, el vicepresidente del Banco Mundial, que debe saber mucho sobre el tema porque está implicado desde hace años en la caza y captura del agua, afirmó: "Si las guerras del siglo XX se han provocado por el petróleo, las del siglo XXI tendrán como objetivo el dominio del agua". La OCDE acaba de publicar el informe La gouvernance de l'eau dans les pays de l'OCDE (también está disponible la versión en inglés), que, además de ilustrar sobre cómo se debe gobernar la gestión del agua a escala internacional, nacional e infranacional, aborda lo que llama los "retos del agua". Dicho a la pata la llana: cómo hacerse con el control privado del agua. Hoy he leído que, en el marco del VI Foro Mundial del Agua y del Foro Mundial Alternativo del Agua, que está celebrándose estos días en Marsella, "CCOO ha reclamado al gobierno de España que paralice los procesos privatizadores de los servicios públicos de abastecimiento y saneamiento que se están llevando a cabo en distintas ciudades y comunidades autónomas de nuestro país [...], y recuerda que el agua es un bien público que pertenece a todos y no puede utilizarse como moneda de cambio para que se enriquezcan unos pocos" (Boletín COMFIA-CCOO).
Del control sobre el agua mineral a la disputa por la gestión de los sistemas de abastecimiento y saneamiento, de los acueductos y la construcción de diques a la privatización de las reservas hídricas. Y en época de sequía...
Se trata de una guerra discreta que no se dirime con el fragor de las bombas, que no se combate con ejércitos armados - por ahora y en nuestro país -, pero que se decide en las estancias enmoquetadas de los despachos (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, OCDE, Gobierno y Parlamento italianos, Gobierno de la Comunidad de Madrid...). En algunos casos, el FMI y el Banco Mundial han condicionado la concesión de préstamos a países pobres a cambio de la cesión de la gestión de los servicios hídricos a empresas privadas externas (la película "También la lluvia" de Icíar Bollaín, nos puso sobreaviso hace unos años).
Poco a poco, el agua va cambiando de estatus: pasa de ser un derecho humano, fuera del alcance del mercado, a convertirse en una necesidad humana que, por tanto, hay que regular con las leyes de la oferta y la demanda. La nómina de los beneficiarios es de alta alcurnia: las francesas Vivendi y Suez, la alemana -¡cómo iban a faltar ellos! - RWE, las inglesas Thames Water y Seven-Trent, la italiana ACEA, la Nestlé, la Danone, la Coca-Cola... ¿Y, en nuestro país? La más espabilada está siendo "La Presidenta Esperanza Aguirre, S.A.", quien ha iniciado el proceso de privatización del Canal de Isabel II.
A los humanos nos declaran una nueva guerra. Habrá que armarse a marchas forzadas.