El próximo día 16 participo en una jornada de trabajo dedicada a analizar la propuesta de pacto educativo, organizada por la Fundación Alternativas. He sido invitado como “investigador pedagógico”. A mi edad, es la primera vez que alguien se dirige a mí tratándome de cosa tamaña. Quiero entender que o bien la nómina de las vacas sagradas en este sector se está acabando, cosa que dudo - el mundo está lleno de doctores doctos en educación primaria y secundaria sin haber pisado una de sus aulas en su vida -, o bien hay pocos jóvenes que merecen estar colocados en el altar del saber pedagógico. Al parecer la jornada será una gran misa con el Ministro de Educación como primer oficiante, con algunos componentes del obispado (los dos mayores partidos del Estado y de los sindicatos de la enseñanza) y algunos curas de capitales universitarias. El pueblo fiel seremos gente de diferente laya, pero todo muy oficial, gente que tiene detrás algún “mérito” político, sindical o pedagógico. Sorprende la ausencia, al menos en el papel, de gentes de partidos políticos menores y del gremio del profesorado no universitario.
Sea como fuere, quiero dejar algunas reflexiones previas al encuentro sobre el documento de Propuestas para el pacto social y político por la educación. Si, al retorno de su celebración, me veo con ánimo para comunicar qué ha salido como resultado de la jornada, lo plasmaré.
Quiero recordar antes que el documento de propuestas que actualmente disponemos, al que hago referencia, data del 3 de febrero de 2010 y es el resultado de los avances hacia el pacto realizados después de la presentación de un primer documento en el Parlamento, el día 10 de enero.
¿Qué dice el documento de propuestas?
El referido documento se inicia con un preámbulo que realiza una declaración de intenciones y objetivos del Pacto a partir de una idea principal: la educación como bien público común. Después, se pasa a desgranar las intenciones y los objetivos. Realmente, sólo aparece una intención: conseguir un pacto que sea el resultado de la implicación colectiva, asumiendo cada uno sus responsabilidades, sin olvidar que son las administraciones educativas, en plural, las que tiene “la” responsabilidad.
En cuanto a los objetivos que se deberían compartir, el documento hace una recopilación de los aspectos propios de toda “educación republicana”, pasada por la ilustración del siglo XX: principios de equidad y excelencia; educación inclusiva, intercultural y plural; cultura del trabajo y del esfuerzo; libertad de enseñanza; educación como bien público.
A partir de estas declaraciones de principios, el documento desgrana de manera prolija los objetivos de la educación para la década 2010-2020. Evidentemente, dadas sus características no desgranaré aquí las 137 propuestas que propone el Pacto. Ahora, bien, como me parece significativa la agrupación que se realiza de las mismas, las presento agrupadas a continuación, tal y como hace el mismo documento:
El éxito educativo de todos los estudiantes.
Equidad y excelencia. La evaluación como factor para mejorar la calidad de la educación.
Flexibilidad del sistema educativo. Estudios postobligatorios, formación y empleo.
La formación profesional como instrumento clave para avanzar hacia un nuevo modelo de crecimiento económico.
Nuevas formas de enseñar y de aprender: el papel de las TIC.
Multilingüismo. Impulso al aprendizaje de idiomas.
La educación como bien público y derecho público de toda la sociedad.
Modernización e internacionalización de las universidades. Formación, investigación, transferencia del conocimiento y responsabilidad social.
Dimensión social de la educación: becas y ayudas al estudio.
Convivencia y educación en valores. Implicación de la familia, del profesorado y de la sociedad.
Profesorado: reconocimiento profesional y social del docente.
Educación inclusiva, diversidad e interculturalidad. Derecho a la diferencia sin diferencia de derechos.
A continuación, el documento desgrana cuatro propuestas sobre participación y apertura del proceso, estabilidad normativa, financiación y memoria económica, seguimiento y aplicación.
¿Qué decir sobre el documento?
Me limito también a plantear algunas observaciones de tipo general, a modo de enunciado de principios. Entrar a analizar cada una de las propuestas sería, además de largo y pesado, un ejercicio inútil, pues parto de la idea de que estamos ante un proceso que camina hacia un pacto, no ante un programa de acción.
Sin embargo, mi primera observación es que la propuesta presentada por el Ministerio de Educación no tiene las características propias de un pacto, sino las de un programa de acción. Se llegue al resultado final que se llegue, es decir, haya pacto o no, el documento es más una recopilación de propuestas de acción que parecen recogidas de diversos programas electorales (realmente, sólo de dos, con predominio de uno). No se trata en realidad de un documento programático que propulsa un pacto.
¿Por dónde debería ir el Pacto? Reconociendo el valor intrínseco de los objetivos que plantea, tal vez su contenido tendría que ir por otros caminos y tratar exclusivamente a grandes rasgos / grandes líneas de trabajo / grandes acuerdos, los ámbitos programáticos siguientes:
Educación como bien y derecho público (incluyendo aquí su dimensión social).
Estabilidad normativa (incorporando aquí los componentes del espacio europeo).
Educación a lo largo de la vida (incorporando las diferentes etapas y sistemas, incluido el universitario).
Calidad y equidad (incorporando: inclusividad, multiculturalidad, diversidad).
Cohesión social y territorial (incluyendo la descentralización hasta la escala local).
Autonomía y corresponsabilidad orgánica y funcional en la dirección y gestión de los centros.
Estatutos docentes y discentes.
Inversión en educación.
Seguimiento y evaluación.
La concreción de estas grandes líneas en acciones debería quedar para decisión de cada gobierno, sea del color que sea. Intentar, como se hace en el documento de propuestas, concretarlas en un gran pacto puede volver a ser otro trabajo para la galería. Si se llegan a pactar acciones durarán lo que un caramelo a la puerta de una escuela.
Veremos qué da de sí el encuentro.