1. Preguntas: ¿existen aún razones para confiar en una política de izquierdas? Es más, ¿podemos esperar los españoles – autonómicos y del reino – el resurgir de una política de izquierdas? Contesto afirmativamente ambas preguntas.
2. A veces, en los diálogos con otras personas, surge alguna opinión que defiende que los conceptos izquierda/derecha están “pasados de moda”. Creo, sin embargo que, de la misma manera que delante y detrás, vertical y horizontal, próximo y lejano, son nociones cargadas de valor, también la dicotomía izquierda-derecha contiene una gran riqueza.
3. ¿Qué entiendo por izquierda? Para mí, la izquierda no es solo un marco de garantía que ha de implicar ser más justos, más morales, más responsables. La izquierda es, además, el hecho de tener una identificación con lo social. Ser de izquierda significa defender los intereses sociales, aquellos que están en conflicto con los de la clase dominante. Básicamente, pues, defensa de la igualdad, cuyo nudo gordiano es el derecho a tener derechos. Derechos que aún hoy hay que saber defender, ampliar y extender.
4. Pero la izquierda es algo más: la izquierda es democracia y es solidaridad internacional. La democracia, y lo que ella supone, es la piedra angular de la sociedad. Por ello, democracia y sociedad no pueden disociarse. La socialdemocracia, con su practicismo, lo ha olvidado. La solidaridad internacional, entendida desde los más próximos, como ayuda mutua y oposición a todo miedo y a todo odio al “extranjero”. La derecha, aprovechando la dura presencia de la crisis fomenta miedo y odio.
5. En los últimos años, la izquierda ha estado representada por dos tipos de fuerzas políticas. Una izquierda que ha perdido el contacto con los intereses sociales y ha defendido sus contrarios, capitalismo financiero y desregulación; que ha sido construida alrededor de una visión consumista del mundo; que ha abandonado la idea de provocar un verdadero cambio – la lista de su contenido es muy larga-; que no ha tenido intención de crear estructuras de poder alternativas; que ha llevado a cabo sustancialmente la misma política que la derecha; que ha considerado a los electores como clientes pasivos. Otra izquierda, minoritaria y casi residual, ligada principalmente a los temas ecológicos, que debate aún en cómo llegar a los electores y convertirlos en actores de la política; que no sabe cómo sacarlos de la pasividad y que lleguen a ser actores de su propia existencia como seres políticos y sociales. La clave para una y otra izquierda está en buscar el camino para la reconstrucción del tejido social políticamente implicado.
6. La clave está en la refundación de la izquierda basándose en la radicalidad democrática y la radicalidad social. Hoy, los ciudadanos nos vemos privados progresivamente de nuestros derechos. Ante este panorama, la izquierda ha de volver a conquistar la política, ha de abandonar el profesionalismo del poder en el que está inmersa, ha de impulsar un nuevo contexto social, político y económico. La izquierda ha de aportar confianza e ilusión.
7. En todo caso, esta es mi esperanza.