Si los jóvenes estudiantes preguntan
públicamente ¿Qué estáis haciendo con el
sistema educativo?, ¿por qué nos quitáis nuestras becas?, ¿qué habéis hecho con
los comedores escolares?, solo obtienen una respuesta: botes de humo y
porras, acompañadas de una cantinela “Excusad el desastre, pero estamos
trabajando para vosotros, para el bien de la mayoría”.
Si los jóvenes que quieren trabajar,
levantando sus brazos al cielo, preguntan ¿Dónde
están los puestos de trabajo que constitucionalmente nos corresponden?, ¿dónde
el salario digno? La respuesta, con pequeñas variantes, no es modificada:
porras, violencia policial y botes de humo, acompañados de la misma frase “Estamos
trabajando por el futuro del país, por el bien de la mayoría”
Si los trabajadores preguntan en las calles ¿Por qué continuáis bajándonos los salarios?,
¿qué se ha hecho de los convenios colectivos?, la respuesta se repite con
otras variantes: carga policial y porrazos, y la consabida “Estamos trabajando
para vosotros, para el bien de la mayoría, porque hasta ahora habéis vivido por
encima de vuestras posibilidades”.
Si los profesionales de la enseñanza, de la
medicina y de la salud se manifiestan y preguntan ¿Qué estáis haciendo con la escuela pública?, ¿a dónde la lleváis? ¿Qué
se ha hecho con el derecho universal a la sanidad y la salud?, ¿dónde están los
centros de atención especializados?, ¿qué estáis haciendo con el derecho de la
mujer a decidir sobre su embarazo? Todos ellos obtienen la misma respuesta:
porrazos, botes de humo y cargas policiales, y la misma frase “Excusad el
desastre, pero estamos trabajando para vosotros, para el bien de la mayoría”.
Pensemos en cualquier otro sector de la vida
social y económica y comprobaremos que la respuesta es siempre la misma: los
mismos palos y la misma cantinela. Todo ello, bendecido con el agua sagrada de
la iglesia católica, de los padres de la Unión Europea, de la sacrosanta CEOE,
de los redimidos banqueros, de los “medios” domesticados. Los pilares
fundamentales de nuestra idiosincrasia.
Y qué importa si a todos los que preguntan y se
quejan les hace un poco daño, “después sucederá el milagro”, palabra de frau
Merkel y de Mariano el Acólito. Mientras, los vampiros de la economía y los serviles
medios de comunicación les dan sabios consejos: “Quitaos de la cabeza esa
pamema de la lucha de clases. Es un concepto viejo, superado, inútil,
peligroso, contraproducente”. Lo que, dicho de otra manera, viene a significar:
abandonad toda ilusión.
Sin embargo, aún queda la esperanza en las
calles y en las plazas. Frente al “estamos trabajando para vosotros”, aún queda
la esperanza de la lucha. Frente a la muerte que nos imponen, queda la vida que
vamos a reconquistar.