lunes, 1 de agosto de 2011

La rumba de la FP

El pasado día 30 de julio se publicaron en el BOE los reales decretos que establecen “las enseñanzas mínimas” correspondientes a la ESO y “la ordenación general de la formación profesional del sistema educativo”. Estoy en proceso de asimilación de ambas normas (leer y pensar en agosto se hace duro incluso para los jubilados, debe ser a causa del hábito anual acumulado durante tantos años). Cuando haya acabado de hacerlas mías, les dedicaré otra(s) entrada(s). Mientras tanto, y paralelamente, leo el artículo que me envía Eduardo Rojo:

“Economía/Laboral.- El Gobierno estudia un sistema para que los jóvenes se formen en las empresas a cambio de un salario”, que, entre otras cosas, dice: “El ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, ha anunciado, en una entrevista con Europa Press, que el Gobierno está trabajando con los agentes sociales en el diseño de un sistema dual que permita a los jóvenes de 20 años o más formarse y trabajar al mismo tiempo en una empresa a cambio de un salario, medida que podría beneficiar en torno a medio millón de personas. Se trataría, según el ministro, de un modelo "estable", parecido al alemán, que alternaría empleo y formación, de manera que los jóvenes acogidos a este sistema pasarían un tiempo a la semana en una empresa y otra parte del tiempo, formándose. Gómez ha explicado que lo importante es que el sistema que se acabe diseñando no compita con el sistema de formación profesional (FP) reglado existente, pues, además de ser un error, sería "contraproducente" (Europa Press).


Proclamo mi afecto por Valeriano Gómez, sin embargo creo que, en el tema que nos ocupa se apunta, a “la rumba del cha-cha-cha, la que todos quieren bailar”. Espero que no sea necesario aplicarle los versos de Beny Moré: “Que lío yo me busqué / con eso de la morumba (¿de la FP?) / quieren que yo baile rumba / y la rumba yo no la sé”. ¿La sabe o no la sabe? Bien, de entrada, pongámoslo en duda.

En el marco de un discurso ponderado, sus declaraciones contienen algunas concesiones al respetable: “un modelo estable parecido al alemán” (sobre este modelo escribí anteriormente en este mismo blog). Es lo que le gusta oír al empresariado. Si los alemanes son buenos en muchas cosas (sobre todo, acumulando deuda española, eso les fascina) también ha de serlo su sistema de formación profesional. Sin embargo, me temo que en este caso por concesión a la parte social, “lo importante es que el sistema que se acabe diseñando no compita con el sistema de formación profesional reglado…”. Es decir, el sistema dual alemán a la española.

Después de años siendo diferentes a los del entorno, el Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo, por el que se regula el subsistema de formación profesional para el empleo, vino a acabar con nuestra tradicional división de la formación profesional en tres subsistemas (reglada, ocupacional y continua) y los redujo a dos (para el empleo e inicial - ¿ésta no emplea? -). No era el paso definitivo, pero era un paso. Ahora tendremos una formación profesional dividida en cuatro subsistemas (suponiendo que el tradicional de tres haya sido finiquitado): ciclos formativos, “sistema dual”, formación para el empleo y los programas de cualificación profesional inicial. 

Bueno, quizá gozaremos de algún subsistema más pues: “Las Administraciones educativas podrán organizar programas formativos que tengan como objetivo formar a las personas mayores de 17 años cumplidos en el año de inicio del programa, que abandonaron prematuramente el sistema educativo sin ninguna cualificación profesional, para facilitar su acceso a una actividad profesional concreta, adaptada a las necesidades del sector productivo y del entorno, así como facilitar la empleabilidad y la obtención de un título de formación profesional” (artículo 28 del Real Decreto 1147/2011, de 29 de julio, por el que se establece la ordenación general de la formación profesional del sistema educativo).

Con todo, el problema no es cuántos subsistemas tendremos (creo que, cuantas más oportunidades disfruten las personas, mejor). La cuestión es que algunos de los subsistemas que se plantean generan dudas.

Centrándome solo en las palabras del Ministro a la agencia de difusión de noticias citada, me quedo algo perplejo por el contenido de la propuesta: ¿el cacareado sistema dual solo a partir de los 20 años?, ¿a qué edad empezarán a hacerse maduros socioeconómicos los jóvenes que opten por esta vía?, ¿el Estado podrá continuar financiando un sistema, como el dual que se propone, para todos los y las jóvenes mayores de 20 años, que, habiendo abandonado el sistema educativo o habiendo sido abandonados por él, elijan ese camino?, ¿o es que lo harán los empresarios?, y de la inclusión del “sistema dual” en la negociación colectiva, ¿qué?

Ahora están (y lo digo en tercera persona, porque estoy desde los años 80, cuando no era una moda) preocupados por el abandono y el fracaso escolar, aunque creo que más les preocupa quedar mal en la comparación con “los otros”. Considero que no se pueden buscar salidas coyunturales a problemas endémicos y que hay que buscar salidas estructurales.

Ando leyendo y releyendo la nueva legislación sobre la ESO y la FP y, como he dicho anteriormente, merecen escrito aparte. La verdad es que me está costando porque también tengo muy fresca la relectura de un texto de Mario de Andrade que, entre otras cosas dice:
“[…] Ya no tengo tiempo para reuniones interminables,
donde se discuten estatutos, normas,
procedimientos y reglamentos internos [...].
[…] Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos […]”.

Continuará, pues.

La rumba de la FP

El pasado día 30 de julio se publicaron en el BOE los reales decretos que establecen “las enseñanzas mínimas” correspondientes a la ESO y “la ordenación general de la formación profesional del sistema educativo”. Estoy en proceso de asimilación de ambas normas (leer y pensar en agosto se hace duro incluso para los jubilados, debe ser a causa del hábito anual acumulado durante tantos años). Cuando haya acabado de hacerlas mías, les dedicaré otra(s) entrada(s).

Mientras tanto, y paralelamente, leo el artículo que me envía Eduardo Rojo. Extracto la parte que me interesa comentar: “Economía/Laboral.- El Gobierno estudia un sistema para que los jóvenes se formen en las empresas a cambio de un salario”, que, entre otras cosas, dice: “El ministro de Trabajo e Inmigración, Valeriano Gómez, ha anunciado, en una entrevista con Europa Press, que el Gobierno está trabajando con los agentes sociales en el diseño de un sistema dual que permita a los jóvenes de 20 años o más formarse y trabajar al mismo tiempo en una empresa a cambio de un salario, medida que podría beneficiar en torno a medio millón de personas. Se trataría, según el ministro, de un modelo "estable", parecido al alemán, que alternaría empleo y formación, de manera que los jóvenes acogidos a este sistema pasarían un tiempo a la semana en una empresa y otra parte del tiempo, formándose. Gómez ha explicado que lo importante es que el sistema que se acabe diseñando no compita con el sistema de formación profesional (FP) reglado existente, pues, además de ser un error, sería "contraproducente" (Europa Press).

Proclamo mi afecto por Valeriano Gómez, sin embargo creo que, en el tema que nos ocupa se apunta, a “la rumba del cha-cha-cha, la que todos quieren bailar”. Espero que no sea necesario aplicarle los versos de Beny Moré: “Que lío yo me busqué / con eso de la morumba (¿de la FP?) / quieren que yo baile rumba / y la rumba yo no la sé”. ¿La sabe o no la sabe? Bien, de entrada, pongámoslo en duda.

En el marco de un discurso ponderado, sus declaraciones contienen algunas concesiones al respetable: “un modelo estable parecido al alemán” (sobre este modelo escribí anteriormente en este mismo blog). Es lo que le gusta oír al empresariado. Si los alemanes son buenos en muchas cosas (sobre todo, acumulando deuda española, eso les fascina) también ha de serlo su sistema de formación profesional. Sin embargo, me temo que en este caso por concesión a la parte social, “lo importante es que el sistema que se acabe diseñando no compita con el sistema de formación profesional reglado…”. Es decir, el sistema dual alemán a la española.
Después de años siendo diferentes a los de nuestro entorno, el Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo, por el que se regula el subsistema de formación profesional para el empleo, vino a acabar con nuestra tradicional división de la formación profesional en tres subsistemas (reglada, ocupacional y continua) y los redujo a dos (para el empleo e inicial - ¿ésta no emplea? -). No era el paso definitivo, pero era un paso. Ahora tendremos una formación profesional dividida en cuatro subsistemas (suponiendo que el tradicional de tres haya sido finiquitado): ciclos formativos, “sistema dual”, formación para el empleo y los programas de cualificación profesional inicial. Bueno, quizá gozaremos de algún subsistema más pues: “Las Administraciones educativas podrán organizar programas formativos que tengan como objetivo formar a las personas mayores de 17 años cumplidos en el año de inicio del programa, que abandonaron prematuramente el sistema educativo sin ninguna cualificación profesional, para facilitar su acceso a una actividad profesional concreta, adaptada a las necesidades del sector productivo y del entorno, así como facilitar la empleabilidad y la obtención de un título de formación profesional” (artículo 28 del Real Decreto 1147/2011, de 29 de julio, por el que se establece la ordenación general de la formación profesional del sistema educativo).
Con todo, el problema no es cuántos subsistemas tendremos (creo que, cuantas más oportunidades disfruten las personas, mejor). La cuestión es que algunos de los subsistemas que se plantean generan dudas.
Centrándome solo en las palabras del Ministro a la agencia de difusión de noticias citada, me quedo algo perplejo por el contenido de la propuesta: ¿el cacareado sistema dual solo a partir de los 20 años?, ¿a qué edad empezarán a hacerse maduros socioeconómicos los jóvenes que opten por esta vía?, ¿el Estado podrá continuar financiando un sistema, como el dual que se propone, para todos los y las jóvenes mayores de 20 años, que, habiendo abandonado el sistema educativo o habiendo sido abandonados por él, elijan ese camino?, ¿o es que lo harán los empresarios?, y de la inclusión del “sistema dual” en la negociación colectiva, ¿qué?
Ahora están (y lo digo en tercera persona, porque estoy desde los años 80, cuando no estaba de moda) preocupados por el abandono y el fracaso escolar, aunque creo que más les preocupa quedar mal en la comparación con “los otros”. Considero que no se pueden buscar salidas coyunturales a problemas endémicos y que hay que buscar salidas estructurales.
Ando leyendo y releyendo la nueva legislación sobre la ESO y la FP y, como he dicho anteriormente, merecen escrito aparte. La verdad es que me está costando porque también tengo muy fresca la relectura de un texto de Mario de Andrade que, entre otras cosas dice:
“[…] Ya no tengo tiempo para reuniones interminables,
donde se discuten estatutos, normas,
procedimientos y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.
[…] Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso como para discutir títulos […]”.
Continuará, pues.